Título original: The Persuaders!
Año: 1972
País: Reino Unido
Cadena original: ITV
Con: Tony Curtis, Roger Moore, Laurence Naismith
Reseña: Hugo C
Danny Wilde (Tony Curtis) y Lord Brett Sinclair (Roger Moore) son un par de simpáticos tarambanas que recorren el mundo –o mejor dicho, algunos lugares turísticos de Europa–haciendo nada, excepto jugar a la ruleta, esquiar acuáticamente, manejar autos bonitos, conquistar bellas señoritas y solucionar situaciones que hasta Isidoro Cañones podría resolver en la mitad del tiempo y con menos gasto.
The Persuaders! (en Latinoamérica, Dos tipos audaces) es una comedia de aventuras emitida originalmente por la cadena británica ITV, creada y producida por Robert S. Baker para Sir Lew Grade. Pertenece a un mundo distinto, el de hace ya casi 50 años, cuando no existían los juicios por acoso sexual y el ser un oligarca no estaba mal visto. Consta de apenas 24 episodios –que, salvo raras excepciones, nunca se emiten en el orden correcto– y se ha convertido en una serie de culto, especialmente en Alemania, gracias a un doblaje local que dicen que es desopilante.
Sir Lew Grade buscaba disponer de una serie que le permitiera venderla no sólo en el mercado británico sino también del otro lado del Atlántico. Por eso convocó a Roger Moore, un actor simpático pero de registro limitado que gozaba de gran popularidad en el Reino Unido gracias a haber interpretado a Simon Templar en la serie The Saint (1962-69) durante media docena de temporadas. Moore no era un desconocido para el mercado norteamericano ya que antes de The Saint había tenido un protagónico en Ivanhoe (1958-59) y un sólido secundario en Maverick (1960-61). Para su contraparte estadounidense se contrató a Tony Curtis, un actor proveniente del cine, con actuaciones en productos tan disímiles como Some Like It Hot (1959), Spartacus (1960) o The Boston Strangler (1968).
En cuanto a la serie, ésta era no es sino una inagotable reserva de lugares comunes. Wilde es el self-made man, el millonario que edificó su considerable fortuna en la Bolsa; Lord Sinclair, el aristócrata nacido con una cuchara de plata en los labios. Más allá del desarrollo de una amistad entre los protagonistas, no hay demasiado progreso en sus caracterizaciones. El estadounidense siempre ansioso y en busca de acción, con una sobredosis permanente de cafeína; el británico, siempre letárgico, flemático y condescendiente. Ya se lo puede ver en su elección de vehículos: Wilde conduce una Ferrari Dino 246 GT, mientras que Lord Sinclair tiene un austero Aston Martin DBS. Aún menos se sabe del Juez Fulton (Laurence Naismith), quien en uno de cada dos episodios les encarga algún caso; de lo contrario, se ven involucrados de manera circunstancial o son ellos las víctimas o los peleles de alguna conspiración.
Vamos con dos o tres ejemplos:
En "Powerswitch", Danny y Brett encuentran el cadáver de una chica y terminan siendo engatusados por el jefe de policía local –que sabe que son inocentes– para investigar el caso so pena de terminar siendo ellos mismos acusados del crimen.
En "The Morning After", Brett despierta con resaca, casado con una desconocida y sin recordar nada de lo sucedido la noche anterior.
En "Anyone Can Play", Danny es confundido en un casino con el pagador de un grupo de espías enemigos al dar una contraseña sin saberlo y termina siendo perseguido por la inteligencia británica y por los mismísimos espías enemigos.
Y cuando no es eso, se trata de alguna doncella en peligro, como, por ejemplo, en "Five Miles to Midnight" o "The Gold Napoleon".
Quienes estén familiarizados con las películas de James Bond de la época encontrarán conocidos a varios de los actores invitados: Bernard Lee, Geoffrey Keen, Shane Rimmer, George Baker y por supuesto Laurence Naismith. También son dignas de mención las apariciones del celebérrimo comediante Terry-Thomas y su colega norteamericano Larry Storch, este último en un papel dramático a contrapelo de su vena habitual.
El tema principal compuesto por John Barry –otro nexo con el mundo de 007– y la música incidental de Ken Thorne le terminaba de dar a la serie una pátina de respetabilidad, aunque por razones de costos se reutilizaban las mismas tres o cuatro grabaciones para todas las situaciones.
La fórmula de la serie era: ostentación, chicas bonitas y tramas sencillas. No podía ser de otro modo, ya que los protagonistas eran básicamente un par de tarados. En "Overture", se dan de castañazos por una discusión sobre la cantidad de aceitunas que se le deben poner a un trago; en "Chain of Events", Wilde encuentra a un moribundo con un maletín encadenado a su brazo y no tiene mejor idea que dejar que el tipo lo encadene al suyo; en "Someone Like Me", Lord Sinclair se pasa el episodio buscando a un asesino que finalmente… termina siendo él mismo. Y así todo.
Sin embargo, esa misma idiotez que hace que un episodio de media hora termine durando el doble es lo que los hace queribles, accesibles, cosa que posiblemente no sucedería si hoy hiciesen una serie con las locas aventuras de Bill Gates o las ocurrencias del príncipe Harry. También ayuda el hecho de que las intenciones de este par de badulaques –hablo de Wilde y Lord Sinclair, no de Bill Gates y el príncipe Harry– siempre fueran las mejores.
The Persuaders! fue un éxito en Europa pero no tuvo la repercusión esperada en los EEUU así que no llegó a haber una segunda temporada. Roger Moore fue inmediatamente convocado para el papel protagónico en Live and Let Die (1973), sucediendo a Sean Connery en el papel de James Bond, en tanto que Tony Curtis regresó a los EEUU a continuar con su carrera, ahora ya mayormente limitada a papeles secundarios en series de TV o protagónicos en películas clase B o hechas directamente para la televisión. En cuanto a la serie, aún hoy cuenta con un público fiel y sus apenas 24 episodios suelen cada tanto repetirse en muchos países, a pesar de los años transcurridos.
Seguramente entre quien lea esto hay alguien que, como yo, de vez en cuando se ve tres o cuatro o doce episodios de un tirón y se sigue riendo con las inefables estupideces de este par de ricachones. Está claro que tanto Moore como Curtis tenían un talento natural para la comedia, pero, ¿será solamente eso, o será también que al ver The Persuaders! estamos regresando, aunque sea por un momento, a un tiempo en el que éramos más jóvenes? Vaya uno a saber. En cuanto a mí, ya a las puertas del 2021 –es decir, a medio siglo de su estreno– continúo recomendando esta serie breve pero entrañable.
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